El cuarteto de cuerda by Cibrán Sierra

El cuarteto de cuerda by Cibrán Sierra

autor:Cibrán Sierra [Sierra, Cibrán]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Música
editor: ePubLibre
publicado: 2014-11-20T00:00:00+00:00


Europa del Este, más allá de Darmstadt

Europa no se quedó sólo en Darmstadt. Más hacia el este, en países como Polonia o Hungría, surgieron compositores de primer orden que dejaron una gran impronta internacional y magníficas obras para cuarteto de cuerda.

En Polonia, en los años sesenta, los compositores Witold Lutosławski y Krzysztof Penderecki aparecen como dos de las figuras más activas e interesantes de la joven generación del este de Europa. Estrenado por el Cuarteto LaSalle, el Cuarteto de Lutosławski es uno de los mejores ejemplos musicales de aleatoriedad controlada. El autor deja bien claro en qué márgenes debe moverse el instrumentista, pero le da una cierta libertad en la gestión del tiempo. La obra, dividida en dos movimientos, da lugar a lo que podría ser el paralelo musical de un móvil de Calder. Más fecundo en el género del cuarteto, su compatriota Penderecki ha escrito hasta la fecha tres cuartetos y una obra suelta, Der unterbrochene Gedanke[89]. Los dos primeros, escritos en los años sesenta, revelan un radical redescubrimiento del potencial sonoro del cuarteto como nunca antes se había propuesto: el primero (1960) sorprende por sus sonoridades exclusivamente percusivas que relegan a la absoluta marginalidad las notas de frecuencia sonora definida, y el segundo (1968), por la búsqueda de sonidos espectrales que llevan al oyente a un universo sonoro asombroso y escalofriante. Tanto en Der unterbrochene Gedanke (1994) como en su tercer cuarteto de 2008, el compositor ha regresado a sonoridades más estándares, con un lenguaje de gran poder expresivo, casi cinematográfico.

Más al sur, en Hungría, dos gigantes de la composición comenzaron a mediados de los cincuenta a despuntar internacionalmente: György Ligeti y György Kurtág. Los cuartetos de ambos están entre las obras más importantes de los últimos sesenta años. Ligeti nos ha dejado dos cuartetos de cuerda muy diferentes entre sí, pero igualmente valiosos. El primero, Metamorfosis nocturnas (1953-1954) —obra temprana de la que el compositor llegó a renegar durante un tiempo—, es una impactante pieza escrita en un lenguaje claramente heredero del de Béla Bartók, pero que desde el primer minuto define una nueva y gran personalidad creadora. El segundo, dedicado al Cuarteto LaSalle, entra en un terreno más experimental de la escritura musical y, si cabe, aún más fascinante que el anterior. Con una escritura impecable, consigue cinco movimientos donde extrae del cuarteto una versatilidad sonora fabulosa. Cada movimiento tiene un carácter más o menos estable —no exento de contrastes internos— y resulta sorprendente como universo sonoro autónomo. Interpretada en su conjunto, la obra resulta ser una experiencia que quita el aliento.

György Kurtág, por su parte, es probablemente el gran poeta del sonido del último tercio del siglo XX y de la actualidad. Su catálogo para cuarteto de cuerda incluye, hasta la fecha, diez fascinantes obras[90], todas de corta duración o compuestas por movimientos de corta duración. A nivel poético, podría ser considerado el auténtico heredero de la honestidad y sensibilidad del gran Webern, aunque su lenguaje sonoro y gestual haya caminado por terrenos diferentes. En



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